¿es la inflamación crónica la causa de tus problemas de salud?

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante una agresión: una infección, una herida o una toxina. Es un mecanismo de defensa que nos protege. Pero cuando esa inflamación se mantiene en el tiempo de forma persistente, hablamos de «inflamación crónica de bajo grado».

Inflamación crónica: qué es y cómo combatirla con alimentación

Este tipo de inflamación no se manifiesta con fiebre o dolor agudo, sino con señales más sutiles como fatiga constante, hinchazón abdominal, niebla mental, dificultad para perder peso, dolores articulares o problemas digestivos. Esta inflamación crónica se relaciona con la mayor parte de las enfermedades modernas. Con el tiempo, puede favorecer el desarrollo de enfermedades como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, autoinmunes o incluso algunos tipos de cáncer. 

¿Cuáles son las causas más comunes de inflamación crónica?

  • Una alimentación rica en azúcares, harinas refinadas y ultraprocesados

  • Estrés crónico

  • Falta de sueño reparador

  • Sedentarismo

  • Disbiosis intestinal (desequilibrio en la microbiota)

La alimentación como herramienta antiinflamatoria

La buena noticia es que esta inflamación crónica se puede prevenir y sanar cuidando los 3 pilares de la salud: la alimentación, el ejercicio físico y la salud mental. Del mismo modo que una mala alimentación nos inflama, tener unos hábitos alimentarios saludables es sin duda una de las herramientas más poderosas que tenemos para reducir la inflamación y prevenir sus consecuencias.

No se trata de hacer nada nuevo, sino de volver a rodearnos de alimentos naturales y saludables, que nutrirán nuestro organismo de verdad y desplazarán el consumo de todos esos productos que nos están dañando.

Que tu alimentación esté llena de:

  1. Verduras de todos los colores: espinacas, brócoli, zanahoria, calabaza, remolacha, coles…

  2. Frutas ricas en antioxidantes: frutos rojos, granada, manzana, piña, papaya

  3. Pescado azul: salmón, caballa, sardina (fuente de omega-3)

  4. Frutos secos y semillas: nueces, lino, chía, almendras

  5. Aceite de oliva virgen extra: el oro líquido del Mediterráneo

  6. Legumbres: lentejas, garbanzos, alubias

  7. Hierbas y especias: orégano, jengibre, cúrcuma, manzanilla, tomillo…

Nutrientes clave para una alimentación antiinflamatoria

Si nos rodeamos de todos esos alimentos habitualmente y en buena cantidad, estaremos obteniendo todos esos nutrientes antiinflamatorios que tanto necesitamos hoy en día.

Estos son los principales nutrientes que destacan por su poder protector contra la inflamación: 

  • Omega-3 (EPA y DHA): presente en pescados azules, nueces y semillas de lino o chía. Tiene un potente efecto antiinflamatorio sistémico.

  • Polifenoles y flavonoides: antioxidantes naturales que encontramos en frutas, verduras, té verde y cacao puro.

  • Magnesio: interviene en más de 300 procesos celulares. Ayuda a reducir la inflamación y mejorar el descanso. Está en frutos secos, legumbres y verduras de hoja verde.

  • Curcumina (cúrcuma): principio activo con capacidad para modular la inflamación a nivel intestinal y sistémico.

  • Fibra prebiótica (insulina): alimenta la microbiota beneficiosa y reduce la inflamación intestinal. Está en legumbres, avena, plátano maduro, espárragos y ajo, entre otros. 

  • Vitamina D: una deficiencia se ha asociado con mayor inflamación. Se obtiene de la luz solar, el pescado azul, los huevos y la suplementación controlada.

Más allá de la alimentación

La alimentación es un pilar esencial para la salud y para evitar esa inflamación crónica de bajo grado, pero es importante saber que no es el único y que si no cuidamos también otros aspectos de nuestra salud, no vamos a conseguir sentirnos mejor realmente. 

El ejercicio diario, una buena gestión del estrés y las emociones, el contacto con la naturaleza y un descanso adecuado son igual de importantes. Todo lo que te ayuda a vivir con más calma, vitalidad y conexión también reduce la inflamación.

en conclusión..

La inflamación crónica puede pasar desapercibida, pero tiene un gran impacto en la salud a medio y largo plazo. Escuchar al cuerpo y cuidarlo a través de una alimentación consciente es una de las formas más eficaces de prevenir y revertir esta condición. Empieza por pequeños cambios y verás grandes resultados. 

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